El 24 de Abril de 1967 puestos norteamericanos de escucha situados en Turquía captaban una impactante transmisión. Vladimir Komarov, cosmonauta soviético, entre lágrimas, maldecia su suerte mientras descendia sin freno en su malograda Soyuz-1 a un final inevitable. Segundos después, se convertía en el primer hombre en morir en un vuelo espacial, estrellándose contra la tierra después de que los paracaidas de su nave se negaran a funcionar.
Al otro lado de la transmisión, un alto mando soviético también gime mientras escucha la desesperación de Komarov, consciente de que son sus errores los que han condenado al cosmonauta. Y Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, llora en silencio ante la muerte de su mejor amigo.
Al otro lado de la transmisión, un alto mando soviético también gime mientras escucha la desesperación de Komarov, consciente de que son sus errores los que han condenado al cosmonauta. Y Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, llora en silencio ante la muerte de su mejor amigo.