Y así, se repite la rutina de noches en vela, viajes al hospital, inyecciones alternas de medicaciones y dolor, más malas noticias, operaciones y vueltas a la cabeza, todo con la banda sonora en el fondo de mi cabeza, como el cuervo de Poe sólo alcanzo a murmurar: Nunca más, nunca más, nunca más.
Nunca más, me repito con fuerza cuando conozco el alcance de todo, cuando los médicos sueltan la tan manida coletilla… “si es que eso te pasa por jugar al rugby”. Indefenso, sólo alcanzo a responderles “nunca más”.
Y así, se repite la rutina de noches en vela, viajes al hospital, inyecciones alternas de medicaciones y dolor, más malas noticias, operaciones y vueltas a la cabeza, todo con la banda sonora en el fondo de mi cabeza, como el cuervo de Poe sólo alcanzo a murmurar: Nunca más, nunca más, nunca más.
0 Comments
El otro día estaba yo en el hospital, metido en una cama, y por delante tenía una de esas noches que todos hemos pasado alguna vez: noches donde los problemas giran una y otra vez dentro de tu cabeza, toman formas diferentes, donde lo que va a pasar al día siguiente se reproduce una y mil veces en tu mente, cada vez con distinto resultado, fruto de las ganas que realmente tienes de que llegue el momento, o como en esta ocasión, de que pase. Pero ante tí se extiende un manto oscuro en forma de noche inevitable, y, aunque tus párpados están cerrados, tus ojos están abiertos como platos. |
Rugby
Heroes. Leyendas. Confesiones en mi Sin Bin y sabores a cerveza negra. Categorias
All
Archivo
October 2015
|