Es difícil imaginar lo que sintió Nick Youngs este sábado, desde las gradas de Twickenham. Es difícil imaginar el torrente de emociones que le sacudieron cuando sonó el 'God Save the Queen'. Quizás el nudo en la garganta y el orgullo interminable cada vez que alguien se acercaba a felicitarle. Un apretón de manos, una cálida sonrisa, un "Congratulations". Un sueño, el mayor de sus sueños se cumplía. Y sus dos hijos cantaban agarrados el himno mientras la rosa lucía orgullosa en su pecho. Y Nick, se siente aliviado, el peso de un padre que teme que sólo uno de los dos lo logre, ese peso, ya no existe. Es un día especial para los Youngs. Pero el camino no ha sido fácil.
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October 2015
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