El equipo, como siempre cuando hablamos de los Lions, era un verdadero Dream Team: Wilkinson, Jones, O’Gara, O’Driscoll, Thomas, Williams, Corry, Moody, Hill, White y un largo etcétera. También jugadores con proyección en el momento como Horgan, O’Callaghan y viejos conocidos como Rowntree, Ben Kay o Matt Dawson. Parecía la mezcla perfecta entre juventud y veteranía, entre calidad y raza, un equipo con varias posibilidades: El clásico juego inglés o el juego más expansivo galés. Sobre el papel, todo parecía correcto, todo listo para unas series que se anticipaban muy disputadas. En la punta de lanza, el 13, el capitán: Brian O’Driscoll.
La realidad sería bien diferente, y un discurso de Dallaglio antes del partido clave de preparación ante los NZ Maoris (que muchos expertos consideraron, por su importancia y dureza el cuarto test) sería una clara advertencia sobre lo que se iban a encontrar en aquel Tour: “Recuerdo estar en esta misma situación hace cuatro años, y encontrarme con Graham Henry a la salida del hotel” les dijo Dallaglio a los jugadores “y lo que me dijo nunca jamás se me olvidará. Me dijo: En esta parte del mundo no os respetan. Creen que no sois lo suficientemente fuertes, que no sois lo suficientemente rápidos, lo suficientemente buenos. Y esto lo sé porque yo soy una de esas personas”. Aquella noche los Lions perdieron ante los NZ Maoris, 19 a 13, en una humillante derrota que ponía las cosas aún más difíciles de cara a los tres Tests. Era la primera victoria de los Maoris ante los Lions en la historia. Carlos Spencer era parte del equipo.
Tres partidos más de preparación (con victorias más o menos convincentes) y los Lions se plantaron en Christchurch, preparados para el primer Test. El equipo había hablado de cómo colocarse ante la Haka, como aceptar el reto que la Haka propone y como comunicar, mediante el lenguaje corporal, que los Lions estaban preparados. La idea final, que se llevó a cabo mientras los neozelandeses se colocaban para empezar la Haka, era que el capitán y el jugador más joven se colocasen en el centro del campo, en este caso O’Driscoll y Dwayne Peel, mientras que el resto de jugadores se colocarían detrás. Peel se coloca un paso por detrás de O’Driscoll, simbolizando el guerrero que cuida de su jefe, y O’Driscoll arranca un trozo de hierba y lo tira al frente, aceptando el reto que la Haka le ha lanzado. Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que ese fue el último gran momento de los Lions en ese Tour. Una imagen cargada de simbolismo, dos equipos frente a frente.
Y así, con el pitido del árbitro comenzó el primer Test del Tour, y el primer Test de Brian O’Driscoll como capitán de los Lions. Lo que ocurrió después fue lo siguiente: Wilkinson, jugando de primer centro con Jones como apertura, saca de centro y el balón es recogido por Nueva Zelanda que carga al frente. Los Lions cometen un golpe de castigo en el primer ruck. Marshall saca rápido y corre unos metros para pasársela a Carter, que corre hasta la línea central antes de ser placado. Marshall abre el balón a Collins, que transmite a Umaga y éste se la pasa a McDonald, ya en territorio Lion. Esta secuencia ha durado 40 segundos. O’Driscoll ha sido el encargado de placar a McDonald. El ruck es lento, y a Brian le da tiempo a levantarse e incorporarse al ruck. Y entonces todo se acabó.
Mientras Marshall abre ese balón, y las cámaras se alejan del ruck, algo ha pasado. Los micrófonos puestos en el campo captan un grito de agonía y un “Oh Jesus, oh jesus” que sale de la boca de Brian, tirado en el suelo. Cuando el juego se para, los peores temores se confirman: El Tour de Brian se ha acabado. Tiene el hombro destrozado, pero… ¿Qué ha ocurrido? Si bien las cámaras aquel día lo captaron casi de refilón, otras grabaciones hechas por aficionados en el campo han captado ese momento perfectamente. Mientras el balón se aleja de allí, Umaga y Mealamu agarraron a Brian, cada uno por una pierna, lo levantaron en el aire, y, como si de un videjouego se tratase, lo estrellaron contra el suelo de cabeza, en un movimiento conocido como “spear tackle” un movimiento tremendamente peligroso y que puede conllevar lesiones graves de cuello. El impacto es brutal. Pero el impacto psicológico será aún peor.
“Nunca me había pasado. No tuve tiempo de hacer nada. Un placaje, un ruck, y de repente, sin saber cómo, estaba tumbado en el suelo” relataba O’Driscoll. “El dolor que experimenté mientras me sacaban del campo es lo peor que me ha pasado en mi carrera. El problema era que tenía el hombro absolutamente destrozado, y en el momento no podían colocármelo. Y entonces llegué a la enfermería, y los médicos descubrieron que la morfina se había utilizado para un aficionado que había tenido un problema en las gradas, así que no había ninguna manera de calmarme aquel dolor.”
Mientras O’Driscoll sufría en el vestuario, los All-Blacks pasaban como una apisonadora por encima de los Lions. Con un hombre menos por una tarjeta amarilla, los Lions pierden 6-0 y a los veinte minutos otro jarro de agua fría con el primer ensayo kiwi. El resultado al final del partido sería un demoledor 21-3. Ya sin su capitán, y también sin Hill, los Lions perderían los otros dos Test restantes: El segundo Test por un humillante 48-18 y el tercero, ya con las series ganadas por los All-Blacks por otro contundente 39-19.
Aquella acción de Umaga y Mealamu desató una espiral de acusaciones, denuncias y quejas hacia la IRB y los All-Blacks. Woodward, el entrenador Lion, acusó ante la prensa a los jugadores, y los denunció a la IRB que decidió, ante las pruebas presentadas, no tomar ninguna acción en contra de los dos jugadores kiwis. La decisión de la IRB desató la ira de los aficionados, de los jugadores y de todo el hemisferio norte. Hoy, las reglas en contra de esos placajes se han endurecido considerablemente, con sanciones extensas a aquellos jugadores que los cometen. Entonces, a Umaga y a Mealamu su acción les salió completamente gratis, mientras que a Brian O’Driscoll le valió su único Test como capitán de los Lions hasta la fecha.