Un breve paseo desde el hotel hasta el Franklin Gardens, el estadio de los Saints, cuya hierba, curiosamente, pese a ser la del enemigo íntimo, huele tanto a casa. Como buen pilier, esperas con ansia el entreno de delanteros, y practicar esa melé. Y llega el momento. Una y otra, todo va sobre ruedas. Y entonces se escucha un "Crouch, pause, touch…"
SILENCIO. Todo se mantiene en silencio y todo se ve negro. Un 'Engage' que nunca llega. Una hierba de Franklin Gardens que ya no está bajo tus pies. El despertar será duro, en un hospital de Northampton. Tony, el árbitro de campo de aquel día, te ha salvado la vida, dicen. Te has dislocado el cuello dicen. No volverás a caminar, dicen. Y los próximos 18 meses los pasarás en el hospital. Eso... eso no te lo dicen. Eso lo irás descubriendo. Como también irás descubriendo que una máquina acompañara tu respiración el resto de tu vida. El mundo, tu mundo, se ha colapsado a la misma velocidad que la melé que te dejó postrado en esa cama.
Mientras tanto en las Midlands, no hay lloros, no hay condescendencia, ni un "pobre Matt". No. En las East Midlands hay ese carácter duro tan típico de 'rugbier', el de mirar hacia adelante, pase lo que pase. En Leicester hubo un "estamos aquí para lo que necesites", un apoyo incondicional. Y poco a poco, desde la silla de ruedas donde pasará toda su vida, Matt establece metas, objetivos. Del "¿qué pueden hacer los demás por mí?", se pasa al "¿qué puedo hacer yo por los demás?". Libre de los problemas insignificantes de la vida diaria se alcanza un nivel de claridad en el pensamiento: "¿Qué carácter quiero demostrar ante esto? ¿qué tipo de persona quiero ser?", cuestiones que mucha gente, enfrascada en su gris día a día y en el anonimato de una sociedad que parece un banco de peces, jamás se ha preguntado.
"Omnia causa fiunt" reza en la cabecera de la cama de Matt, en esa casa que su padre construyó para él en las afueras de Leicester. "Todo pasa por alguna razón". Así, Matt inaugura una Fundación, de ayuda contra los lesionados graves de cualquier deporte. Les guía en esos primeros meses, para salir de un infierno en el que uno mismo se envuelve. Las donaciones compran piernas, sillas... sueños. Y el rugby sigue siendo su pasión, su gran pasión. Ahora, como periodista. Como entrenador de delanteros en Oakham, su primer club. Y como aficionado, siempre recibido con el mismo "¿Cómo estás, Hambo?" con el que se le saludaba antes del accidente en todos los campos de Inglaterra.
El último paso ha sido el libro. La narración sobre cómo ocurrió todo. Una narración cruda, durísima, sin adornos, sin censura sobre todo lo que cambia, sobre los momentos malos, malísimos, sobre las nuevas realidades, los que se desentendieron, como la RFU, y los que siempre se mantuvieron a su lado, como los Tigers. Un libro que sabe duro sólo de leerlo, por la autocrítica que uno se hace al terminarlo. "Engage: The fall and rise of Matt Hampson" es una lectura obligada, sobre todo para poner la vida en perspectiva. No es una historia sólo de rugby, ni de deporte, ni de superación. Es una historia de vida, de la suya y de la nuestra, filosofía del día a día, búsqueda de carácter. Luchas. Ganadas y perdidas.
Mientras tanto Matt sigue con su día a día. Matt y el equipo de diez personas que le asisten y sin las cuales, un simple fallo en su máquina de respirar sería el último fallo. Y con el mismo humor inglés de siempre, Matt cuenta cómo la última vez que fue a comprarse unas zapatillas el dependiente le dijo que le iban a durar una eternidad, que la suela era muy resistente. O cómo una vez, su respirador se desconectó cuando iba en coche con su padre y un amigo, y tras el mal trago que pasaron éstos para volver a conectarlo les respondió: "no sé por qué estáis montando tanto espectáculo, aquí el que se queda sin respirar soy yo".
Y todos sus proyectos marchan, de momento hacia adelante. El último paso de su fundación, un traje robótico de 10.000 libras para que una mujer vuelva a caminar. Otros, miran con recelo: "La RFU no quiso dar más voz a mi ejemplo", dice Matt. "Creen que mi caso espantará a la gente y les alejará del rugby. Lo cierto es, que todas las charlas que he hecho con niños y padres han tenido justo el efecto contrario", dice tajante.
Richard Cockerill, entrenador de los Tigers, siempre tiene la misma frase: "El club tiene una obligación con Matt. Estaba con Inglaterra cuando se lesionó, pero era nuestro jugador. Es nuestro jugador". "Con toda la gente que me ha ayudado y me ha apoyado", concluye Matt, "sería muy egoísta y arrogante estar todo el día deprimido y miserable. Soy un afortunado, tengo una familia que me quiere, unos amigos increíbles y un entorno que me apoya. Hay gente mucho peor que yo".
Y uno conoce a Matt, le escucha y le mira a los ojos, y piensa, ¡Qué tanto te queremos que hasta en los malos momentos no podemos separarnos de ti! Somos rugby. La vida es rugby. Y como siempre, apretamos los dientes y no bajamos la cabeza. ¡Engage!
Posdata. La Fundación Matt Hampson (www.matthampsonfoundation.com) ayuda a jóvenes y deportistas afectados por lesiones graves. Asimismo puedes encontrar "Engage: The rise and fall of Matt Hampson" en inglés en tiendas electrónicas como Amazon. Y si buscas un regalo de rugby, como camisetas firmadas, fotos o balones, no dudes en visitar la página de Matt (www.matthampson.co.uk)