26 de Octubre de 2003. Melbourne, Australia. Mundial de Rugby. Un joven y carismático jugador de rugby contempla anonadado el marcador del Telstra Stadium. Se han jugado ya 20 minutos del Samoa-Inglaterra y la 'marea azul', jugando quizás el mejor rugby de su historia, ha pasado por encima de los aturdidos hijos de San Jorge. Samoa se va 10 arriba en el 'luminoso' y ese joven apertura de Surrey, ha fallado una patada, la primera en todo el Mundial. Las esperanzas de liderar el grupo, e incluso la supervivencia en el Mundial, estan en peligro. Jonny, por primera vez en mucho tiempo, se siente desbordado. Es ahora, con Samoa presentándole un jaque, cuando Jonny Wilkinson necesita a su gente de confianza. Pero rebobinemos.
20 minutos de absoluto dominio. 20 minutos en los que los millones de espectadores abren los ojos con asombro, y se preguntan… ¿Será posible? Samoa ha salido provocando un terremoto en el Telstra Stadium. En el minuto 2, Samoa gana el primer golpe de castigo, Earl Va'a acierta entre palos: 0-3. Sin dar respiro, dos minutos más tarde, Semo Sitti posa en la zona de marca, tras una espectacular jugada colectiva donde Inglaterra ha sido zarandeada de lado a lado. Cuando llegamos al minuto 10, los comentaristas anuncian que Inglaterra ha tenido menos de un 10% de posesión. Absoluto dominio. En el 11, Jonny patea a palos. Se va torcido. Es la primera patada que fallará tras doce aciertos en ese Mundial. Inglaterra quiere despertar, pero la violencia defensiva de Samoa, lo hace muy difícil. En el minuto 21, Earl Va'a falla lo que sería el 0-13. "Samoa ha superado a Inglaterra hasta ahora en todas y cada una de las facetas del juego" comenta con tono apesadumbrado la televisión inglesa.
Es entonces cuando aparecen ellos... los hombres de Jonny. Si Jonny es el 'cerebro' y Martin Johnson, el 'alma' de esa Inglaterra, ellos son el 'músculo', la 'sangre' y el 'corazón'. ¿Sus nombres? Jason Leonard, Julian White, Ben Kay, Joe Worsley, Neil Back y Lawrence Dallaglio. Ellos no acapararán portadas. Pero es, en momentos desesperados como este, donde darán la talla. Minuto 23, golpe de castigo que Jonny envía a 'touch'. Mientras tanto, Martin Johnson reúne a sus tropas. "Let’s do it the England way, boys". Cuando lo demás no funciona, sólo queda apretar los dientes y empujar. Es el trabajo sucio, el que no brilla. Ellos saben cómo hacerlo. "Minutos cruciales" prosigue su triste narración el comentarista. "23 minutos e Inglaterra disfruta de una rara visita a la 22 samoana. Probablemente los mejores 23 minutos que Samoa ha jugado en su historia". Y allí caminan, hacia 'touch', los ocho hombres, con mirada decidida. Facciones duras, gesto decidido, presididos por la figura imponente de 'Jonno'. Saque de lateral rápido al Gran Capitán y en un instante los hombres de Jonny se juntan en un 'mau'l que empuja, y gira, empuja, y gira… Por primera vez en el partido, la defensa samoana se resquebraja. Neil Back posa en la línea de marca. Comienza la remontada. Jonny, esta vez sí, convierte. 7-10.
Como aquellos trece días del 62, el partido se convierte en un intercambio de golpes. Samoa no tiene miedo. Los aperturas suman patadas y el tanteo sube, equilibrado. 10-10, luego 10-13, 10-16 y finalmente un 13-16, con el que se llega al descanso. El partido tiene al mundo ovalado en vilo. Un apasionante thriller que se desarrolla en las pantallas de medio mundo. Todos quieren ver el desenlace.
La segunda parte no decepciona. Una lucha encarnizada de poder a poder. Inglaterra lanza durante los diez primeros minutos una serie de ataques que son repelidos por una heroica defensa samoana. ¡Ni un metro atrás! Es hora de que vuelvan a aparecer ellos. Minuto 51 y los Hijos de San Jorge consiguen una 'melé' a favor a cinco. Una vez más, siete hombres que se unen en torno a una figura. Se juntan, empujan y avanzan. Primero un paso, luego dos, mientras la masa de hombres azules cede ante sus pies y es arrollada por completo. El árbitro se sitúa debajo de palos y hace sonar su silbato. Ensayo de castigo. Jonny no falla. 20-16.
Pero Samoa ha salido ese día con la absoluta convicción de que la gesta es posible. Y, lejos del cliché del equipo humilde que comienza ganando pero se desinfla al primer revés, continúan apretando. Placando. Percutiendo. Sin pausa ni descanso. Sin dejar que Inglaterra piense por un segundo que el peligro ya ha pasado. Y así el magnífico Earl Va'a pone el 20-19 primero y el 20-22 después. El duelo de aperturas ha sido otra de las apasionantes tramas de este partido. Jonny, ahora sí, asume el mando. Un drop suyo pondrá el 23-22. Se cumple el minuto 70. Segundos después el cerebro de Jonny ejecuta una patada cruzada que recoge Ian Balshaw. 28-22. Y a cinco del final un joven Phil Vickery se estrena como anotador con Inglaterra. 35-22. Con el pitido final, Inglaterra respira. Samoa muere en el campo de batalla…
… días más tarde las portadas de medio mundo recogen a aquel joven muchacho golpeando un drop hacia la gloria. Ha nacido la leyenda de Jonny Wilkinson. El Mundial, por primera vez en la historia, viaja al Hemisferio Norte. Lo que muchos no saben es que aquella victoria no se gestó ese día. El espíritu de aquella victoria nació un 26 de octubre. Y ellos fueron los héroes anónimos. Los hombres del presidente, los hombres de Jonny.