Esos gritos y esas imágenes llegaban lejos, muy lejos. En Norwich, un niño de 12 años miraba embobado su televisor, con la boca abierta de par en par y los ojos como platos: "¡Tom, Tom, Toooooom!" Esa llamada a su hermano mayor era lo único que alcanzaba a pronunciar. Y así, Tom y Ben Youngs contemplaban en el suelo delante del televisor un ensayo mágico. Sentado en el sofá, Nick Youngs sonríe al ver la excitación de sus dos hijos y piensa, con algo de nostalgia, que él no ha vestido ni vestirá nunca esa camiseta roja. Pero no parará de alimentar los sueños de esos dos pequeños, contándoles cómo ese león irlandés y ese joven apertura inglés serán dos grandes estrellas. Hoy, es Nick el que mira embobado un billete de avión hacia Australia. ¿Quién te lo iba a decir, Nick?
Esos gritos llegaron también a Dublin, donde un joven de 16 años no puede apartar la vista ni un segundo de las imágenes que llegan desde el Gabba Stadium. "Johnattan, es hora de ir a la iglesia", exclama la señora Sexton. Pero el joven no se inmuta. "Cómo voy a ir a rezarle a Dios", piensa para sus adentros, "si mi Dios está aquí delante de mis ojos", concluye. Y no lo dice en alto, porque sabe que a la señora Sexton no le haría mucha gracia. Pero mira furtivamente a su padre William y su cómplice sonrisa lo dice todo.
Aquel día los leones arrasaron Brisbane. Sin embargo, aquel equipo australiano de auténticas leyendas supo repeler los siguientes ataques. El cerebro de Stephen Larkham, el genio de George Gregan y el carisma del gran capitán John Eales no dejarían que eso volviera a suceder. Y los 'Wallabies' ganaron aquellas series, vaya si las ganaron, pero ese 30 de junio de 2001 aún queda grabado a fuego en nuestra memoria, como el día en que las líneas entre Hemisferio Norte y Hemisferio Sur se borraron y el rugby fluyó sin freno y sin control por el terreno de juego, una explosión de adrenalina que conquistó a los espectadores de todo el mundo. Y es por eso que no hay nada en el mundo del rugby que supere un Tour de los Lions, de los British & Irish Lions... Nada.
Hoy día, ese joven león ya se ha hecho viejo. Miles de cicatrices adornan su cuerpo. Algunas provocan una pequeña calva en esa laureada melena de león adulto. Y mientras la nueva manada se hace las fotos de rigor, Brian O'Driscoll echa un vistazo a su alrededor, contemplando los nombres que le acompañan. Una vez más, los leones jóvenes enseñan los colmillos, ansiosos de demostrar su valentía y hambrientos de gloria. Allí están los dos hermanos, dispuestos a conquistar el Monte Olimpo si hace falta... siempre que sea juntos, siempre juntos. Allí esta ese gigante de dos metros y melena rubia, que un día cruzó la muralla de su Escocia natal y ahora seguirá su viaje hacia el sur, hacia tierras de la Galia. También los hijos de BOD, esos cachorros que han jugado al lado del gran capitán: Sexton, Kearney, O'Brien...
También un león de tez morena que ha nacido lejos, muy lejos. Será la primera vez en la historia que el nombre de su clan adorne una camiseta de los Lions. Él es el último Tuilagi. Y a su lado un león que hace meses estaba herido de muerte, tendido en el suelo con tres vértebras rotas y sin poder moverse, y hoy vuelve a correr con la violencia con la que ya lo hizo de rojo en 2009. Tom Croft, el león que volvió de la muerte. Los más viejos sin embargo no necesitan comparar el tamaño de sus colmillos. Ellos, ellos ya han vivido mucho. La seriedad de su mirada es testigo de la dureza de los 'Test matchs'. Adam Jones aún recuerda con rabia el paso por Sudáfrica en 2009. Paul O'Connell respira con alivio, sabiendo que el destino le ha regalado una última oportunidad para poner esa 'V' de victoria en su expediente. Y Brian piensa, que quizás le gustaría tener a Jonny a su lado para esta última aventura. Como cuando empezó todo, aquel lejano Junio de 2001. ¿Qué mejor final?
En el centro de la foto está el joven capitán. Un dragón que volvió con las alas plegadas de Nueva Zelanda, atormentado por haber fallado a su país. Pero como dicen en los valles de su Gales natal: "Gwna dda dros ddrwg, uffern ni'th ddwg" o lo que es lo mismo: "Sigue actuando con rectitud ante la adversidad y el infierno no te llamará". Eso piensa Sam Warburton mientras posa su mirada en los veteranos, que le sonríen con confianza. Sabe que no le dejaran solo.
El momento se acerca. Es tiempo de mitos y leyendas. Y como le dijo Aquiles a Héctor ante los muros de Troya: "No habrá paz entre los leones y los hombres".